"Dos compañeros de trabajo, Juan y Roberto, eran vecinos e iban por el mismo camino todos los días de vuelta a sus casas. Pero, aunque salían a la vez de la oficina, Juan siempre adelantaba a Roberto y llegaba antes que él. Esto era porque Roberto era cojo de la pierna izquierda. Un día, Juan, divertido por la situación, le retó bromeando a hacer una carrera hasta el centro de la ciudad. Roberto, el cojo, acabó aceptando y comenzaron la competición. En pocos segundos Juan adelantó a Roberto y éste le perdió de vista. Cuando ya casi había llegado al centro, Juan se encontró a la puerta de un bar con un viejo amigo. Éste le dijo:
-¡Cuánto tiempo Juan! ¿Qué tal estás? Estoy aquí con unos amigos. ¿Te vienes y te tomas unas tapas?
-No puedo, lo siento- contestó él. Le contó lo de la carrera y ambos empezaron a reírse a carcajadas.
-Bueno, Juan. Veo que sigues haciendo de las tuyas, eh- dijo su amigo. Ambos volvieron a reírse y Juan dijo finalmente:
-En realidad creo que unas tapas rápidas sí que podré tomar. Al fin y al cabo, seguro que Roberto no ha recorrido ni la calle de donde partíamos- Ambos amigos volvieron a reírse y entraron en el bar. Después de un tiempo y tras un par de copas de más, Juan miró el reloj y se dio cuenta de que se le había echado el tiempo encima. Intentó llegar antes que Roberto a la meta pero éste ya estaba ahí descansando sentado en un banco."
Al finalizar la historia el amigo dijo al estudiante:
-Así que yo el consejo que te puedo dar es que te tomes tu tiempo y vayas a tu ritmo. Con esfuerzo y dedicación conseguirás todo lo que te propongas.
Si a tu meta quieres llegar,
tu tiempo te has de tomar.
(Basado en la fábula de la liebre y la tortuga)
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