martes, 28 de abril de 2015

Texto instructivo

Construir una estantería BILLY:
Montar una estantería BILLY es bastante sencillo y no le llevará mucho tiempo. Pero si le cuesta pida ayuda a algún familiar o amigo, el trabajo realizado por dos le resultará más cómodo. Además si tiene cualquier duda tenemos un número de atención al cliente donde puede llamar y le ayudaremos en lo que necesite.
ADVERTENCIA: deposite la estantería y móntela sobre una alfombra y NUNCA sobre el suelo directamente ya que podría romperla.
Necesitará los siguientes utensilios:
-Un destornillador normal y otro de estrella.
-Un lápiz y una regla.
-Un martillo. 
Una vez reunidos estas herramientas y habiendo considerado nuestras normas de seguridad puede comenzar.
- En primer lugar coloque los palos dentados en el interior de los agujeros de los lados de las baldas.
-Después atorníllelas al resto de las baldas boca abajo.
-Una vez hecho esto coloque el otro tipo de tornillos más pequeños. Utilice para ello el destornillador normal. 
-Posteriormente ponga la balda más grande encima de esta estructura atornillándolo de nuevo con el mismo tipo de destornillador. 
-Ahora encaje la tabla de madera metiéndola en el hueco que le quedará con las baldas. Marque para ello primero con lápiz las líneas.
-Ajústelo mediante clavos y un martillo. 
-Más tarde ponga la estructura de pie y refuércela con tornillos.
-Coloque las baldas.
-Por último sujétela a la pared asegurándose de que está bien anclada y ya tendrá su BILLY montada. 

sábado, 11 de abril de 2015

Texto narrativo


No paraba de mirar el reloj. El lugar era agradable, con un toque “vintage”, música tranquila que acompañaba el traqueteo suave de la lluvia. Dio un sorbo al café que ya estaba frío por la espera. Era una mujer elegante. Llevaba unos zapatos de tacón y puntera de color negro, unos pantalones vaqueros del mismo color, una blusa de seda blanca perfectamente planchada y acompañada por un elegante colgante de plata. De nuevo miró el reloj. Las manecillas parecían burlarse de ella, parecían decirle que ya no llegaría. El camarero le preguntó con una pícara sonrisa si esperaba a alguien. Le miró con cara de pocos amigos y él enrojeció introduciendo de nuevo la cabeza en su actividad. Por fin la puerta se abrió. Apareció una chica totalmente diferente a ella, nadie diría que guardaban una relación. Vestía un vaquero ancho, unas deportivas y una sudadera desgarbada de color gris, ya desteñida por los lavados. Tenía el pelo recogido en una coleta y no aparentaba tener más de treinta y cinco años.
-Hola- le saludó. Parecía nerviosa. Se sentó en la banqueta y la contempló.
-Hola, ¿Quieres tomar algo?
-Un café cortado- Ella asintió e hizo una señal al camarero.
-Supongo que sabes por qué te he llamado- le dijo.
-Me lo supongo aunque jamás pensé que lo harías.
-Un café cortado por favor- le pidió al camarero y después dirigiéndose a la chica le dijo: -Lo cierto es que yo tampoco creí que fuera a verte otra vez- Le tendió una foto. Ésta la miró con nostalgia y susurró: -Verano de 1990, yo tenía once años.
-Exacto. Dos meses después murió tu madre. Y ya no hay nada que me impida contarte la verdad.
-Supongo que si estás aquí diciéndome esto es porque mi madre no murió en un accidente de coche como todos, salvo yo, creyeron- la mujer asintió levemente. Su compañera dio un sorbo al café y susurró: -Entonces adelante- ella miró un segundo afuera de la cafetería donde la lluvia no cesaba de caer. Y comenzó a relatar.